lunes, 2 de diciembre de 2013

Análisis del poema «El Lenguado» de José Watanabe

Soy
lo gris contra lo gris. Mi vida
depende de copiar incansablemente
el color de la arena,
                      pero ese truco sutil                                                                            (5)
que me permite comer y burlar enemigos
me ha deformado. He perdido la simetría
de los animales bellos, mis ojos
y mis narices
han virado hacia un mismo lado del rostro. Soy                                                        (10)
un pequeño monstruo invisible
                      tendido siempre sobre el lecho del mar.
Las breves anchovetas que pasan a mi lado
creen que las devora
una agitación de arena                                                                                            (15)
y los grandes depredadores me rozan sin percibir
mi miedo. El miedo circulará siempre en mi cuerpo
como otra sangre. Mi cuerpo no es mucho. Soy
una palada de órganos enterrados en la arena
y los bordes imperceptibles de mi carne                                                                   (20)
no están muy lejos.
A veces sueño que me expando
y ondulo como una llanura, sereno y sin miedo, y más grande
que los más grandes. Yo soy entonces
toda la arena, todo el vasto fondo marino.                                                                (25)


Segmentación

Podríamos optar por una segmentación bajo los lineamientos aristotélicos de que todo discurso es un texto argumentativo, para lo cual cada parte de este tendría que romper la estructura versal de una segmentación correcta por priorizar en detrimento del cuidado de los sintagmas. Así, tendríamos que ubicar el límite de estos en los finales de ciertas oraciones ubicadas en la mitad del verso. Sin embargo, este modelo de segmentación no es el único. Para segmentar este poema, recurriremos a la exposición de los hechos para conocer la causa —como para no deslindarnos de Aristóteles—, puntualizando la exposición y demostración dentro del discurso. Ante esta breve anticipación, a continuación ampliaremos nuestra segmentación:

a) La presentación de El Lenguado

Del verso primero al verso décimo segundo, hay una presentación del lenguado. El color de su cuerpo, su nicho ecológico, pero además, la defectuosidad que viene deformándolo. Se encuentra, pues, los primeros rastros de identificar al lenguado en un universo marino. Sus habilidades naturales que le permiten escapar de otros depredadores, sin olvidar la característica natural de “deformación” la cual impacta negativamente en el estado de ánimo de nuestro locutor.

b) El ciclo vital y su miedo inherente

Del verso décimo tercero al verso vigésimo primero, notamos claramente en qué consiste esa habilidad especial de el lenguado: esconder su presencia para arrasar con las “breves anchovetas” y aprovechar su ocultamiento para burlar depredadores es parte de su ciclo vital. Sin embargo, lo más notorio de este segmento es el miedo inherente a este. Un miedo de enfrentar a esos “depredadores” que él burla, es por eso que se califica como “una palada de órganos enterrados en la arena”.

c) La esperanza onírica de la extensionalidad del cuerpo

Del verso vigésimo segundo al verso vigésimo quinto, en estas últimas líneas somos testigos del candoroso deseo del lenguado: la extensión de su cuerpo para ser más grande que los más “grandes”. Su único deseo aquí es eliminar su miedo y él mismo propone la solución a través de poseer un volumen corporal mayor al de todos. Su verdadero sueño desemboca directamente en las entrañas de supervisar el vasto fondo marino al homologarse con “toda la arena”, sustrato en que se sostiene el mundo marino.

Campos figurativos

a) Campo figurativo de la metáfora

En los dos primeros versos encontramos “soy lo gris contra lo gris” en referencia al color entremezclado de la piedra con la arena y al cuerpo del lenguado. El lenguado asume una contigüidad del color del cuerpo para su identificación (metonimia). Además, hay una descripción de “breves anchovetas”, donde breves se correlaciona con el tamaño mínimo de la anchoveta. También, percibimos un símil entre el miedo y la sangre (“El miedo circulará siempre en mi cuerpo como otra sangre”) que explica esa inherencia de esta afección en el lenguado. Para agregar una metáfora de cantidad, notamos que el cuerpo se cuenta: “mi cuerpo no es mucho”.

b) Campo figurativo de la metonimia

Encontramos el traslado semántico de cuerpo por “carne”, esto se explica porque en el leguaje suele tomarse la materia por el objeto. Otro ejemplo sería el de “Soy una palada de órganos”, que si bien podría funcionar como sinécdoque, la verdadera función es que el cuerpo es un receptáculo, es por eso que se asume a partir de la relación contenido por continente.

c) Campo figurativo de la antítesis

Encontramos algunas estructuras complejas como “me permite comer y burlar enemigos”, donde estas dos actividades de huída y depredación son parte del nicho ecológico del lenguado. Vemos, también, como una especie de ironía la máxima: “Soy un pequeño monstruo invisible”.

d) Campo figurativo de la repetición

A nivel de la repetición, ostentamos que se repite la idea de dar cuenta quién es el lenguado o cuál es su función en este mundo marino, por eso en el primer verso y en el décimo encontramos el inicio de un sintagma con el significante “Soy […]”.

Los interlocutores

Definitivamente, al no haber una referencia a un “tú”, la construcción del alocutario no prospera; sin embargo, en este mundo representado circulan muchos personajes (actores) como las anchovetas, los depredadores, etc. El locutor es personaje, puesto que se habla de un “yo”, una primera persona, que se identifica en el mundo representado a través del lenguado. Todo el discurso media entre la presentación, el miedo y el sueño del lenguado.

Cosmovisión

El mundo representado dentro del poema queda claro que es el del fondo marino. El lenguado cumple un papel importante que es “copiar incansablemente el color de la arena”. Por los rasgos formales, esto nos da a entender que el lenguado se lanza a la aventura, pero no logra el cometido. Entonces, aflora el miedo del fracaso, de la vulnerabilidad con que se expone a sus “depredadores”. Pero no contento con ello, él tiene un deseo de poder abarcarlo todo mediante el cuerpo. Y es precisamente este signo el que puede deslizarnos a una interpretación más arriesgada: la poética del cuerpo como una poética artística. El lenguado no solo es el poeta sino el artista. La imposibilidad de no llegar a un arte que contenga los sustratos y las condiciones materiales del tiempo, lo dejan indefenso al ataque de los depredadores, el arte ya no denuncia, solo se confunde y eso deforma al artista, lo excluye de los “animales bellos”. Entonces, el lenguado quiere ser todo ese “vasto fondo marino”, el que da cuenta del orden natural de ese mundo, el que denuncie sin temor a sus depredadores y no tenga que “confundirse” para comer a sus presas.



viernes, 18 de octubre de 2013

ANÁLISIS DEL POEMA LIBRERÍA ENTERRADA


¿Qué libros son éstos, Señor, en nuestro abismo,                

cuyas hojas
Estrelladas pasan por el cielo y nos alumbran?
Verdes, inmemorables, en el humus se han abierto, 
quizás                                                                                           (5)
Han acercado una oración a nuestros labios,
O han callado tan sólo en sus sombras, cual 
desconocidos.
Naturaleza que ora aún en ellos, a sus signos
De hierro se arrodilla, con flores en el vientre,                                (10)
Por el humano que al pasar no los vio en el polvo,
No los vio en el cielo, en la humedad de sus grutas,
Y se vinieron abajo cual un bloque de los dioses.
Desde entonces sólo queda en ellos un verde velo
De armaduras, de brazos enjoyados y corceles que                       (15)
volvieron
A su nobleza de esqueleto entre sus hojas.
Y olmos abatidos, tunas de la guerra, gloria y rosa
Duermen también en ellos, cubiertos de invernal 
herrumbre.                                                                                    (20)
Y sólo hasta sus viejas letras muy calladamente,
La sutil retama o el lirio de la orina acuden,
Y una mano azul que vuelve sus páginas de sodio
Entre las rocas, y avienta sus escamas a la Muerte.
¿Me permitiréis, Señor, morir entre estos libros, de                        (25)
cuyo seno,
Cubiertos de aroma, mana el negro aceite de la 
sabiduría?


Segmentación

El poema se adecúa a dos modelos de segmentación: la que indica la retórica clásica, apelando a los lineamientos aristotélicos bajo la concepción de que el poema es un discurso argumentativo) y la que yo he optado, desde el plano de la enunciación, donde notoriamente se observan estos rasgos verbales de cuestionamiento, variación y punto de vista (toma de posición). De todos modos, ambas formas de segmentación tienen una estructura similar, ya que para lo que sería el exordium, estaría compuesto de los tres primeros versos, segmento el cual titulo “El desconcierto del locutor”. Ahora, para lo que sería la narratio y la argumentatio, estas se compondrían del verso cuarto hacia el verso vigésimo cuarto. Este segmento, más voluminoso, yo lo titulo “Un nuevo reino”. Finalmente, para la última parte, de lo que se compondría la peroratio, yo lo titulo “La nostalgia del reino perdido”. A continuación, detallaré mejor mi segmentación:

a) “El desconcierto del locutor”


En estos versos podemos notar un acto de habla distinto, marcado diáfanamente por los signos de interrogación. Ahora, este cuestionamiento del locutor reside en un cambio del «estado de las cosas» –como lo llamaría Greimas–; es decir, que el locutor se encuentra desconcertado porque hay objetos ajenos al estado en el que habitaba: «¿Qué libros son estos […] cuyas hojas estrelladas pasan por el cielo y nos alumbran?». Definitivamente, el locutor ha percibido elementos extraños que lo han perturbado, tanto ha sido el impacto que el vocativo «Señor» (aludiendo a la divinidad creadora de mundos, al omnisapiente) da rastros de que el locutor necesita una explicación absoluta.

b)      “Un nuevo reino”


En los siguientes versos, podemos observar una especificación de estos elementos-agentes de la turbación del locutor. Como el poema se inscribe dentro de la etapa neosimbolista de Eielson, es evidente que su descripción tendrá elementos extraordinarios y distintos en relación a nuestro mundo. Hay una fuerte alusión (que veremos posteriormente) de que estos libros (como alegoría de la sabiduría), han descendido al «abismo» y que han perdido una guerra: «No los vio en el cielo, en la humedad de sus grutas / Y se vinieron abajo cual un bloque de los dioses […]Y una mano azul que vuelve sus páginas de sodio / Entre las rocas, y avienta sus escamas a la Muerte».

c)       “La nostalgia del reino perdido”


Finalmente, después de esta turbación del locutor y de esta resemantización del mundo donde convive nuestro locutor, percibimos, nuevamente, esta alusión al ente creador de mundos («Señor»), haciéndose explícita la petición del locutor: «¿Me permitiréis, Señor, morir entre estos libros, de / cuyo seno, / Cubiertos de aroma, mana el negro aceite de la / sabiduría?». Entonces, visualizamos claramente que este estado natural (caótico) del cual no sabemos su configuración exacta es el que desplaza al otro, al mundo de los libros de la sabiduría, al que podríamos ubicar bajo el régimen de lo cultural, ese mismo que fenece. Sin embargo, el locutor no le encuentra sentido a un mundo donde se exime del componente cultural; es decir, el locutor pide la muerte compartida de la cultura con su existencia.

Figuras retóricas

Con respecto de los campos figurativos, hay una fuerte influencia y predominio de la metáfora:

  • El nuevo reino se vincula con lo natural («Naturaleza que ora aún en ellos […]»)
  • La alegoría de la cultura y la sabiduría se expresan en estos «libros estrellados», donde se ve poco a poco a los libros resemantizados con los semas de la cultura.
  • La idea de mitificación (por parte del locutor) de estos objetos-libros que son comparados tanto como un «bloque de los dioses».


En la antítesis, vemos esta contradicción de las sensaciones y del conflicto protagónico de nuestro segundo segmento:

  •           Los «libros estrellados» que «alumbran», «verdes» (variaciones de la influencia natural), «la humedad de sus grutas», «mano azul» (entendiéndose por este elemento natural, estos coletazos marítimos donde para seguir con la metáfora, apela al armazón de los libros como «escamas»).
  •           Esta oposición que encarna la lucha del eje temático del poema: Lo Natural Vs. Lo Instrumental. El poema podría considerarse antitético, ya que al reconfigurar el mundo del poema, este ejerce un conflicto liderado por dos esferas conceptuales dicotómicas.


Finalmente, para ejemplificar un campo figurativo más, vemos el de la elipsis:
  •  Hay un intento de volver este discurso más fluido, es por eso que la elipsis es notoria cuando se eluden los sintagmas nominales: «[los libros] Verdes, inmemorables […]», además, cuando se refiere nuevamente a los libros: «Y se vinieron abajo cual un bloque de los dioses». Finalmente, hay un reemplazo deíctico muy recurrente («ellos» por los libros estrellados) que nos da la idea de que poco a poco deviene esta muerte, ya que la presencia de los libros estrellados va minimizándose, menoscabándose y muriendo finalmente.

Locutores
Con respecto a los locutores, aquí vemos un locutor personaje por momentos, este se hace evidente cuando esta configuración de un nuevo cosmos esta por afectarlo («Han acercado una oración a nuestros labios»); posteriormente, el locutor queda exento de la escena, como un simple observador, que solo tiene la función de describir este conflicto que se está llevando a cabo. El alocutario también tienes dos configuraciones, puesto que en el primer y tercer segmentos, vemos que el alocutario queda configurado a partir del vocativo “Señor” (principio de todos los mundos). Y, finalmente, en la parte intermedia, los alocutarios no están representados, ya que deja a la arbitrariedad la personalidad del alocutario; lo que sí existen son dos claros personajes simbólicos que desencadenan una lucha.

Cosmovisión
Finalmente, la cosmovisión del poema es clara, puesto que, primero, vemos el desconcierto del locutor ante estos cambios violentos que subyacen a su mundo. Segundo, vemos aquí el conflicto de dos mundos, semánticamente opuestos, que desencadena la muerte de uno de ellos. La victoria de uno de estos es el motor de la decisión del sinsentido de la vida del locutor, puesto que el punto de vista del locutor es compatible y factible solo desde la hegemonía cultural que acaba de morir; por lo tanto, existe cierta nostalgia al mundo que ya transitó, donde la sabiduría era el principal eje de gobierno.